Robert Juan-Cantavella
Poema
El Gaviero, Almería, 2011
Como muestran a las claras estas fotos, hay algo que nadie podría imaginar, los sonetos nacen, crecen, se reproducen y encuentran la muerte. Pero cuál es el modo de vida de un soneto, quizá el anodino y alienado paso de la mayoría? No, sin duda, en este álbum que revela. Que empieza con un leve roce de triángulo, para que los sonetos vayan imponiéndose progresivamente con su estruendosa sinfonía de mezcla, armonía y vida. Con esa agonía del coro que pregunta si Poesía, Teatro y Narrativa son santísima trinidad o son sólo sonetos desangrándose tras el desove entre los guijarros. El plasma se extiende como una alerta roja por la cubierta y mancha el libro de R. Son sonetos los sonetos? Aplausos.
La caza de un dragón
Raúl Quinto (en revista Quimera, febrero, 2012)
El soneto es un animal salvaje, un dragón: Valente dio instrucciones de cómo pintarlo y Robert Juan-Cantavella (Almassora, 1976) nos exige darle caza. Complicada tarea. Construye un alegato contra las imposturas de la tradición y sus liturgias, con el único propósito de continuar la farsa e inventar nuevos miedos a los que datar (p.14). Porque no es posible escribir sobre uno mismo, nos dice, y no es posible escribir como se ha hecho siempre. El lenguaje es un dragón escurridizo. Aunque el peso de la tradición literaria y de la vida en sí acechen dentro, como parásitos de todo texto. El autor lo intenta, entre el delirio y la ironía, a través del balbuceo y la violencia sintáctica. Una especie de barroco tóxico. Y lo que ofrece es ruido: mezcla textual, marasmo de historias. Y la búsqueda del poema atravesando el libro como un sampler, una pirueta que nos recuerda algunos hallazgos de Maillard. No es un libro amable con el lector, nadie dijo que la caza de un dragón debiera serlo.